25 octubre 2011

"¡No disparen! ¡No disparen!"

“¡No disparen! ¡No disparen!”, suplica Muamar el Gadafi a los miembros del Consejo Nacional de Transición (CNT) que lo conducen entre empujones a una camioneta para trasladarlo a Sirte. Golpes y jaloneos. Excesivos para un viejo insignificante que lleva el rostro abatido y heridas graves en la cabeza y el estómago.
“¡No disparen! ¡No disparen!”, repite aquel soldado de hierro, quien durante 42 años –tiempo que duró su dictadura en Libia– mostró su lado más despiadado. Lo grita una y otra vez aunque sabe que todo es inútil. Es hombre muerto. Como las miles de víctimas para las que solo tuvo dos cosas: oídos sordos y respuestas de plomo.
Todo ocurre muy rápido. En el video que le ha dado la vuelta al mundo se observa una felicidad sin límites: ¡se ha atrapado al dictador! Pero Gadafi va aturdido, con hemorragias importantes, un detalle que nadie advierte. Las imágenes terminan ahí. En otro video el dictador ya aparece muerto…
Es entonces cuando el hombre más buscado se convierte en un trofeo. La euforia se va al cielo y los rebeldes no dudan en cambiar las ametralladoras por sus camaritas digitales. Hay que perpetuar el momento. Consignas de victoria y un sentimiento real de felicidad. Las imágenes no dejan de ser perturbadoras.
CAÍDA DE UN REY
Pero, ¿cómo sucedió todo esto? ¿Cómo uno de los hombres más poderosos de África, el auto proclamado “Rey de Reyes”, el gran tirano, el déspota extravagante, el indestructible, acabó así? Como el viejo enclenque con el que todos quieren tomarse una fotografía…
Para efectos dramáticos, puede ser que lo peor haya estado incluso un poco antes, cuando Gadafi –el millonario más exquisito y caprichoso, el hombre de los mil disfraces y gafas oscuras– permanece escondido en las viejas tuberías de un desagüe. Atrapado por el pánico y, definitivamente, queriendo huir de Sirte (algo a lo que se había resistido hasta que comprendió que todo estaba perdido), el gran dictador teme por su vida por primera vez.
No sabe qué hacer, como tampoco lo saben los cincuenta fieles hombres que lo siguieron hasta el final, y que también terminaron abatidos cuando los rebeldes, en un golpe de suerte, dieron con Gadafi.
Según la primera información que se difundió, fue un rebelde de unos veinte años quien dio con el dictador; un joven rebelde con un detalle que no deja de ser irónico: traía una gorra de los Yankees de Nueva York. El enemigo número uno de Gadafi, Estados Unidos, presente hasta en los minutos agónicos de este hombre.
Lo que ocurrió después de su muerte no fue menos dramático. Acabó tirado en el suelo –totalmente desnudo y apenas cubierto por una sábana negra– en un congelador de mercado. Durante cinco días, miles de libios visitaron el frigorífico para tomarse una fotografía con el muerto, en un intento por perpetuar por siempre esta “gran victoria”.
Pese al hedor que comenzaba a despedir el cuerpo, la población seguía sonriendo junto al cuerpo para tomarse la mejor foto y el mejor video. Horas después, cientos de fotografías y videos circulaban en YouTube, algo que Gadafi jamás pudo imaginarse.
Pese a la baja temperatura, el cuerpo no aguantó más y llegó al borde de la pudrición. Así que rebeldes decidieron enterrar al ex líder libio en una ceremonia sencilla, que fue llevada a cabo por clérigos musulmanes en el desierto. Su hijo, Mutassim, quien también permanecía en el congelador, fue enterrado en la misma ceremonia.
Y la pregunta revolotea aún en la cabeza: ¿Cómo un hombre con ese temple, que siempre exigió a sus hombres morir peleando, acabó atrapado por el terror, suplicando por su vida? Son dos Gadafis irreconciliables. Uno hubiera pensado que grabaría un video (ahora que la imagen vale tanto) en el que expondría su verdad y que el broche de oro sería su suicidio frente a la cámara. Al final, acabó como el peor de los cobardes, clamando por su vida.
LAS OTRAS VÍCTIMAS
Ahora los rebeldes festejan, ríen y brincan de felicidad. Gritan a los cuatro vientos que Libia, por fin, es libre. Todos se abrazan como hermanos, como hijos de un solo padre. Pero ¿por cuánto tiempo?
Cientos de hombres que eran cercanos a Gadafi y que ahora permanecen en prisión, han denunciado terribles torturas, maltrato y golpes. No podría ser de otro modo. Tanto los oficialistas como los rebeldes aprendieron los mismos métodos. No hay santos. ¿Quién podría negar que en este momento un futuro dictador celebra con una bandera libia?
El mismo Gadafi alguna vez lo hizo cuando en 1969 derrocó, en un golpe de Estado, al enfermo rey Idris. Como escribió Francisco Peregil en el periódico El País:
“Los vencedores de la guerra tendrán que aprender a respetar a quienes, con todo el derecho del mundo, sigan expresándose a favor de Gadafi. Hasta ahora, la victoria ha ido acompañada de represalias y venganzas. (…) El gran reto de los rebeldes ahora es olvidar todo lo que aprendieron de sus torturadores”.
Es buen momento para que los libios se detengan un momento e intenten cambiar el rumbo; para que comprendan que el tiempo de los grandes dictadores está llegando a su fin…
(Juan Carlos Aguilar García)

12 octubre 2011

Te perdono -Noel Nicola- letra

Te perdono el montón de palabras que has soplado en mi oido desde que te conozco.
Te perdono tus fotos y tus gatos, tus comidas afuera, cervezas y cigarros.
Es más, te perdono andar como tu andas, tus zapatos de nube, tus dientes y tu pelo.
Te perdono los cientos de razones, los miles de problemas, en fin te perdono no amarme.
Lo que no te perdono es haberme besado con tanta alevosía, tengo testigos: un perro, la madrugada y el frío.
Y eso sí que no te lo perdono, pues si te lo perdono seguro que lo olvido.

Te perdono - Noel Nicola- video

11 octubre 2011

¡Hotel!

Les comparto una fotografía que tomé de un hotel ubicado en la colonia Obrera.

10 octubre 2011

¡El narco en México!

Más de 50 mil muertos, dos profundas crisis –una política y otra económica– y un tejido social hecho pedazos. Ese es el saldo, hasta ahora, de la guerra que el presidente Felipe Calderón emprendió contra el narcotráfico desde el primer día de su gobierno en diciembre de 2006.
Y apenas viene lo peor. En opinión del periodista Ricardo Ravelo, autor del libro El narcotráfico en México. Historia e historias de una guerra (Grijalbo), “no estamos ni en la fase intermedia de esta lucha. Se trata, más bien, de su inicio… y la verdad es que ha empezado muy mal”. Tras reflexionarlo un poco, afirma convencido:
“Esta tarea no es de un sexenio, más bien es una tarea a un muy largo plazo que inició mal, con muchos tropiezos. Los operativos en su momento fueron duramente cuestionados por la falta de estrategia en la persecución de las organizaciones y de los delitos que se han ido cometiendo. El resultado: una gran diversificación de actividades del narco, que además ha logrado reposicionarse en el país y crecer hacia otros territorios internacionales.
“Así que el presidente tendrá que responder a una pregunta: ‘¿Qué fue lo que combatió en cinco años?’ Porque lo que hemos visto es que el narcotráfico ha crecido. Cuando comenzó su gobierno había ocho cárteles y hoy, a cinco años de distancia, hay cinco más: El cártel del Pacífico Sur, Los Templarios, La Resistencia, Guadalajara Nueva Generación y La Mano con Ojos.
“Y lo peor de todo es que hacia Centro y Sudamérica el narco creció mucho. Por lo menos hay cuatro organizaciones que se conocen muy bien desde Colombia hasta México y que tienen el dominio del transporte de la droga, que son La Familia, Sinaloa, Los Zetas, y el Cártel de Tijuana, que, dicho sea de paso, también es una organización con mucha presencia en Europa. La guerra terminó fortaleciéndolos”, señala Ravelo.
RADIOGRAFÍA CRIMINAL
En estos últimos cinco años, muchos son los nombres de los capos, cárteles y funcionarios que se han sumado a esta radiografía criminal. Son tantas las referencias que es muy fácil que el lector se pierda entre tanta información. Esa razón motivó a Ravelo a hacer un recuento de lo que ha ocurrido en el último lustro, pero con una mirada retrospectiva.
“Es un tema que hay que estar actualizando constantemente. La velocidad con la que ocurren los hechos, prácticamente nos hace perder la memoria de buenas a primeras, de dónde estamos parados y porqué. Ante estas confusiones que de pronto surgen en la gente, se impuso la necesidad de hacer una revisión con una mirada retrospectiva.
“Por más de una razón se decidió partir de los escándalos de corrupción que privaron en el sexenio de Ernesto Zedillo, que no quiere decir que no los hubiera con Carlos Salinas de Gortari ni con Miguel de la Madrid. Pero la parte más elocuente de la infiltración del narco en el poder se da escandalosamente con Zedillo”, afirma el también autor de “Osiel. Vida y tragedia de un capo”, quien detalla:
“Hay dos hechos que dan cuenta de ello. Uno es la detención del General Gutiérrez Rebollo; y la otra es todo lo que ocurrió en el entorno de Amado Carrillo y las negociaciones con el ejército para que se le dejara de perseguir. Un hecho en el que no quedó claro qué pasó. El hecho es que a partir de ello se da otro escándalo de la narco política: el caso Mario Villanueva. “Entonces partimos de esto y nos damos cuenta que con Fox las cosas no fueron diferentes. Se intentó combatir el narco, pero con una estrategia muy suelta, quizá más enjundiosa que real, porque no hubo una estrategia concreta de combate. Lo que sí llama la atención es que el ejército comienza a tener una participación más protagónica en estos eventos, pero ya con Fox la situación de la penetración del narco en la estructura de poder empezó a ser muy significativa y no advirtieron que esto iba a convertirse en una verdadera crisis para el país”.
ERROR ESTRATÉGICO
De ahí que –explica Ravelo– cuando Felipe Calderón toma las riendas de la presidencia, el diagnóstico da cuenta de una fuerte presencia de narcotráfico en muchos territorios. No es gratuito que plantee como primer eje de su cruzada el rescate de los espacios públicos y de convivencia social.
“Esto traducido en los hechos quiere decir que Calderón comenzó a gobernar prácticamente con un poder paralelo en el país, en este caso el narcotráfico, ya muy bien posicionado en el territorio mexicano. Posteriormente quedó muy claro que no solamente era una disputa política, sino también una disputa por territorio y poder.
“Había un grupo delincuencial entreverado con la clase política que estaba ejerciendo poder e incluso un cogobierno en muchas demarcaciones. Se estima que el 70% de los municipios del país están controlados por el narco”.
Comenta Ravelo que a lo largo de los años se observó que la estrategia fue inadecuada desde el inicio, porque se arrancó con una muy fuerte presencia militar y se dejaron de lado otras estrategias que hoy no vemos, como el combate al nervio financiero.
Pero hay algo aún más preocupante para Ravelo: la desatención social. “Porque ahí donde hubo vacío de poder, ahí donde el Estado dejó de atender a la sociedad, ahí entró el narcotráfico”.
Y un error más: “La guerra debió empezar adentro del poder, porque hoy el nivel de corrupción en el gobierno es brutal”.
Lamentablemente, uno de los sellos que han marcado el gobierno de Calderón ha sido la falta de autocrítica. “Es un gobierno que no escucha”, finaliza Ravelo.

09 octubre 2011

¡Venganza bullying!

Por un instante, apenas una milésima de segundo, el Diablo se apoderó de sus actos. No fue él –el chico callado e introvertido– quien disparó el arma. Fue sólo un instrumento de la maldad. Un ejecutor. Victimario y víctima.
Fue el dedo que jaló el gatillo del revólver calibre .38 en contra de su maestra, ante 25 compañeros que miraron consternados la tragedia. Y el que luego corrió extasiado fuera del salón de clases para terminar la obra con un acto suicida: dos disparos. Uno de ellos va directo a la cabeza y le hace un enorme boquete. Destroza el tejido y luego el cráneo; salen disparados diminutos fragmentos de hueso y chisguetes de sangre cubren su rostro.
Paramédicos acudieron a su auxilio pero ya era demasiado tarde: David Mota Nogueira, de apenas 10 años de edad, murió una hora más tarde tras sufrir en el hospital dos paros cardiorrespiratorios. La maestra, Rosileide Queiros de Oliveira, de 38 años, fue operada de emergencia. Le extirparon una bala que tenía alojada en la cadera y ya se encuentra fuera de peligro.
El drama se consumó en unos cuantos minutos. El saldo: un muerto, una familia destrozada, un herido, y una sociedad, en este caso la brasileña, consternada por los lamentables acontecimientos. ¿Por qué? ¿Cómo? ¿En qué momento? Esas fueron las preguntas que se quedaron sin respuesta.
Y en medio de la terrible consternación, a los brasileños les llegó de golpe el feo recuerdo de la matanza escolar que vivieron hace apenas cinco meses, en abril, a manos de Wellington Menezes de Oliveira, un joven de 23 años que mató a tiros a 12 niños para luego suicidarse. La herida sangró de nuevo.
TRÁGICO FIN
Mota Nogueira era un niño retraído. En general tenía buen comportamiento, aunque por momentos, según la profesora Rosileide, “acostumbraba hacer bromas violentas con los amigos y responder de forma grosera”.
Fuera de esos rasgos antisociales, se trataba de un buen estudiante que no hacía daño a nadie. Pero entonces, ¿qué lo llevó a cometer tal atrocidad? El Diablo apoderándose de su voluntad es una metáfora, pero nada más.
Según fuentes policiales, Nogueira era presa de bullying (acoso escolar) debido a una deficiencia que padecía en las piernas. Esta situación lo habría convertido en un niño solitario y especialmente ensimismado.
La maestra ya había advertido a las autoridades escolares de esta situación y había recomendado que el niño acudiera a un colegio especial. Pero nadie hizo caso. Tampoco lo tomaron en serio sus compañeros cuando Nogueira les dijo un día anterior que asesinaría a la maestra y que luego se suicidaría. “Dijo que lo haría, pero nunca explicó los motivos. No le creímos nada”, relató uno de sus compañeros.
La mañana del crimen, el jueves 22 de septiembre, Nogueira despertó con su objetivo tatuado en la mente: luego de alistarse para salir de su casa, incluyó en su mochila el revólver de su padre, quien es policía municipal de la ciudad.
En la reconstrucción de hechos, se supo que el padre se percató que su arma no estaba en su sitio, así que fue a la escuela para preguntarle si la había tomado. El niño negó tener la pistola y con eso evitó cualquier posibilidad de salvación.
Luego de pensarlo un poco, Nogueira pidió permiso para ir al baño y cuando regresó lo hizo con el revólver en la mano. La secuencia fue espeluznante: Disparo. Pánico. Gritos. Delirio. Más disparos. Muerte.
MISTERIO FATAL
Nadie entiende bien a bien cómo pudo ocurrir algo semejante. Ni las autoridades escolares, ni la policía, ni los padres. Lo único que sabían es que la escuela Alcina Dantas Feijao es una de las más prestigiosas dentro del sistema de enseñanza pública de Sao Paulo. Niños modelo.
Bullying, pérdida de valores, resquebrajamiento del tejido social, violencia extrema o el padecimiento de alguna psicopatía. Muchos pueden ser los factores que llevaron a Mota Nogueiras a hacer lo que hizo. Y en Brasil se suma un factor más: la facilidad con la que se accede a un arma. En este país de 194 millones de habitantes circulan más de ocho millones de armas ilegales y cada año se registran alrededor de 50 mil homicidios. Alguno de estos aspectos pudo –o no– haber sido el causante de todo. Hasta ahora todo es un misterio.
En una de las pocas fotografías que circulan por internet, se ve a Nogueira con un peluche en sus hombros. Tiene una mirada inocente y una sonrisa angelical. Un buen chico. Y la pregunta sigue en el aire: ¿Qué ocurrió?, ¿qué diablos ocurrió?
“TIENES QUE MORIR” ¿Qué tengo que hacer para que alguien me escuche? Esa fue la pregunta que Jamey Rodemeyer, de 14 años, escribió en su blog antes de suicidarse. Ahora, tres semanas después, nadie es capaz de responder nada.
Rodemeyer sufrió durante años el acoso de sus compañeros de escuela porque era homosexual; fueron tantos los insultos y humillaciones que recibió –“eres estúpido, homosexual, gordo y desagradable. ¡Tienes que morir!” o “No me importa si mueres. A nadie le importará, así que hazlo y haznos felices a todos”– que no soportó más y decidió poner fin a su sufrimiento el pasado 19 de septiembre.
Jamey avisó en repetidas ocasiones que estaba siendo intimidado, pero nadie le hizo caso. Incluso un día antes de suicidarse, el joven advertía que nadie se preocupa en prevenir el suicidio.
Debido a que el último mes Rodemeyer difundió mensajes de esperanza y con la convicción de que las cosas mejorarían, sorprendió a todos que al final haya decidido terminar con sus días. Fue sólo un momento de tranquilidad, porque el daño ya estaba hecho. (Juan Carlos Aguilar García)

02 octubre 2011

¡Peligro!

El 17 de abril de 1986, Alarma! cumplía 23 años de informar, semana tras semana, sobre los acontecimientos policiacos más importantes de México y el mundo. Su estilo único se tradujo en un éxito nunca antes visto para una revista de nota roja. Eran momentos prósperos para la publicación… hasta que la sombra de la censura cayó sobre sus páginas.
Con el pretexto de luchar por la “renovación moral”, el entonces presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado, inició una andanada contra “lo pornográfico”. Pero, cosas extrañas, lo primero que prohibió fue la publicación del libro Crisis y Supercrisis de Edgard Mason y la historieta Los grandes fraudes del sexenio pasado. Y entre las revistas prohibió Valle de lágrimas y Alarma!
Respecto a esta última publicación, todo fue un “castigo” del gobierno por las duras críticas que la publicación hermana, Impacto, realizaba contra el gobierno. En abril de 1986, un mes después de sus 23 años de existencia –durante los cuales se publicó ininterrumpidamente–, el semanario dejó de circular. Cinco años serían los que quedaría, irremediablemente, fuera del mercado.
Fue Raymundo Medellín Rodríguez, el entonces director, quien tuvo que enfrentar el veto del gobierno. Medellín Rodríguez había destacado como reportero policiaco y muy pronto se convirtió en uno de los mejores alumnos de Don Carlos Samayoa Lizárraga, creador del concepto periodístico de Alarma!
“Medellín peleó contra la censura y contra el cierre de la revista; sin embargo, el daño estaba hecho: habían asesinado a Alarma!, relata Miguel Ángel Rodríguez, actual director del semanario.
NACE ¡PELIGRO!
Fue entonces cuando Don Carlos Samayoa, en una suerte de autoplagio, decidió editar otra publicación, exactamente igual a la censurada. Con el característico amarillo y negro en las páginas, y la maestría de las cabezas de las notas – verdaderas lecciones sobre el uso del humor negro–, la nueva revista mostraba un único cambio: el nombre.
Ahora se titulaba ¡Peligro! (con el signo de admiración al principio y al final de la palabra) y tenía un subtitulo que decía: “Tragedias del pueblo”, que esclarecía –por si había alguna duda– lo que la gente podría encontrar dentro. Las letras del título aparecían en color rojo, enmarcadas en un cuadro amarillo; tenía un costo de 150 pesos.
El Director General era Carlos Samayoa Lizárraga, mientras que el Director de Edición era Gilberto Samayoa Madrigal (hijo de don Carlos), quien ya antes había sido director en Alarma! El primer número salió el 13 de agosto de 1986 –hace 25 años– y curiosamente no traía en la portada un caso policiaco, sino uno sobrenatural: el drama de los siameses estadounidenses Ronnie y Donnie, que visitaron nuestro país para presentarse en un espectáculo circense.
En la contra portada se destacó el asesinato de un niño a mano de tres judiciales y una nota en la que se revelaba que Caro Quintero operaba desde prisión a su mafia de narcos internacionales. Con excepción de ese primer número, las siguientes portadas volvieron a ser netamente policiacas.
EL SELLO SAMAYOA
El éxito no tardó en llegar. Muy pronto el público la tenía entre sus preferidas. Y es que además de ofrecerles la mejor información policiaca, la presentaba con la misma ironía que siempre. Basta leer algunos de los titulares que caracterizaron a ¡Peligro!:
“Con una pala acabó a mamá y es huerfanito!”, “Del más allá le dijeron: ¡mátala! En el más acá ya ordenaron: ¡Enciérrenlo!”, “’Soy Chucho El Roto’, presume el vil raterazo”, “Anduvo de farra con ‘La Negra’; a la hora del amor… ¡era negro!”, “Le cercenó la oreja siniestra porque cortó naranjas”, “No jugó con la niña… ¡la mató!”.
También, como ya es tradición, la revista informaba sobre la farándula y temas de Historia. Actualmente es casi imposible conseguir un ejemplar de ¡Peligro! Con un poco de suerte es posible encontrarse con un número maltratado en la Lagunilla o en un puesto callejero, de esos que venden baratijas y publicaciones antiguas. Pero eso sería una suerte muy grande. La mayoría de las revistas se han perdido para siempre.
Las pocas que quedan, son un testimonio fiel de lo que ocurría en aquella época en nuestro país y, sobre todo, del talento de Don Carlos Samayoa Lizárraga.
Luego de los cinco años que permaneció fuera del mercado, Alarma! regresó de la mano del experimentado periodista Juan Bustillo, quien tenía muy clara la necesidad de publicar cierta información que otros medios, simplemente, omitían. Bustillo fue el Director General mientras que el periodista Daniel Barragán estuvo al frente de la Dirección Editorial.
El asistente de Barragán era Miguel Ángel Rodríguez, quien a la postre se convertiría en el nuevo director del semanario, con el reto de mantener la revista entre la preferida del público, pese a las múltiples publicaciones policiacas que ahora inundan el mercado. (Juan Carlos Aguilar García)