29 abril 2012

"Ya estoy cansado de hacer maldades"


“Ya estoy cansado de hacer maldades, ya estoy cansado de huir. Soy joven y quiero cambiar”, dijo, con apenas un hilito de voz, Jaime Cárdenas Pardo al periodista Víctor Hugo Hevia, quien pudo entrevistarse con él luego de que la Fuerza Especial de la Lucha contra el Crimen de Bolivia lo capturara fortuitamente tras dos años de intensas búsquedas.

En un momento de buenos deseos, de querer borrarlo todo y empezar de nuevo,  mencionó que trataría de concluir la escuela y después, tal vez, estudiar medicina. “Quiero ser útil, he hecho mucho daño”.


No mentía. A sus 23 años era dueño de un terrible historial delictivo. Alcohólico, drogadicto, golpeador y asaltante, Jaime –a partir de ahora el Jimmy– es también el frío asesino de 45 personas.


De ese cúmulo de crímenes, dos despertaron el miedo más profundo de todo un país por la saña con la que fueron cometidos: los asesinatos, el 9 de octubre de 2009, de dos estudiantes universitarias: Nairobi Alexis Muñoz Siles, de 21 años de edad, y Marfa Delgado Rosso, de 20.


Las agredió sexualmente y, con un resentimiento que no pudo controlar, les desfiguró el rostro a punta de cuchillo; según el forense, también les propinó golpes en la cabeza con una roca. Finalmente las asesinó y abandonó los cuerpos, los  cuales fueron hallados dos días después ante el desconcierto de las autoridades. No daban crédito. Una bestia andaba suelta y había que capturarla lo antes posible.


Sin embargo, tuvieron que pasar dos años antes de que la policía lograra su captura, tras un fortuito accidente. 




PSICÓPATA ASESINO

¿Quién es el Jimmy? ¿En verdad es el autor de todos los crímenes que él mismo se adjudica? Nadie sabe las respuestas. La única verdad es su perfil psicológico, que lo describe como un “asesino psicópata serial confeso” con transtorno antisocial de personalidad.   

Por eso, cuando la prensa dio a conocer que había logrado escapar, los bolivianos volvieron a vivir la pesadilla. Ahí estaban en la memoria colectiva los rostros ultrajados de las dos inocentes jovencitas. La pregunta sigue en el aire: ¿Quién es el dichoso Jimmy?

Todo comenzó algunos años atrás, desde el día mismo de su nacimiento. Es hijo de padres divorciados y tiene nueve hermanos. Desde los once años comenzó a beber alcohol y a los 14 ya había probado la marihuana y la cocaína, a las cuales se hizo adicto rápidamente.  

Según su propia declaración, comenzó a robar para llamar la atención de su padre y de su madrastra, lo cual, evidentemente, no funcionó. Lo que sí consiguió fue relacionarse con pandilleros a los que también les gustaba beber.    

Así, a los 14 años Jaime se convirtió en “El Jimmy”. Su primera víctima fue un hombre al que le robó el celular. Después, a los 19 años, asaltó a otro individuo para robarle su lap top; a éste lo asesinó.  

Fueron años de mucho alcohol y drogas. De asaltos y dinero fácil. Una espiral de violencia que no podía haber acabado bien. Por aquellos años planeó asaltar a las dos mujeres universitarias, pero algo salió mal y tuvo que asesinarlas.

Entonces, sin pensarlo, corrió sin rumbo fijo, dejando tras de sí un pasado que no le ofrecía nada bueno. Corrió hacia su futuro, que se antojaba promisorio: en poco tiempo tendría dinero suficiente para mantener a su hijito y con la posibilidad real de abandonar la vida delictiva. 




ESPIRAL DE VIOLENCIA

Mas nada de esto ocurrió. El novio de una de las universitarias que asesinó, planeó una venganza funesta: en agosto de 2010 mataron a su hijito con una puñalada en el pecho.

Con lágrimas en los ojos, dijo el Jimmy: “Cuando salió a la tienda, lo subieron a un auto para matarlo. ¿Qué corazón pueden tener para matar a un niño?”. Su respuesta no fue menos sangrienta: por esa causa asesinó a 15 personas de diferentes ciudades de Bolivia, las cuales, sumadas a las que había ultimado anteriormente, rebasan las 40.

En febrero de 2011 fue aprehendido y sentenciado a 30 años de prisión. Dijo estar arrepentido por todos sus actos e incluso señaló que comprende a los familiares de la víctima que pidieron su muerte. “En Bolivia debería haber la pena de muerte, porque yo soy muy impulsivo. Pasa algo y sólo quiero hacer daño”. 

Ante la pregunta del periodista Hugo Hevia sobre la furia con la que actuaba, dijo: “Siempre he actuado con violencia porque me drogaba. Desde que consumí cocaína me volví más impulsivo, pero ahora ya no soy dependiente.   

– ¿Tu familia, qué piensa?– preguntó Hevia.

–Mi padre no quiere saber nada de mí. Tengo nueve hermanos y yo soy la oveja negra.

–Te enviarán a la cárcel de Chonchocoro. ¿Qué piensas?

–No me asusta la cárcel. No importa el tiempo que pase, pienso cambiar mi vida. Trataré de terminar el colegio y después quiero estudiar medicina.   

Después de su sentencia, el Jimmy fue trasladado al penal de San Roque. La idea era trasladarlo lo antes posible a un penal de alta seguridad; sin embargo, esto nunca ocurrió. El Jimmy huyó de aquella pequeña prisión, al parecer con la complicidad de las autoridades.

Él mismo lo advirtió: “Estoy arrepentido. Además, me cansé de huir, pero si me da la gana me escapo”.

Ahora las autoridades bolivianas lo buscan por mar y tierra. Han difundido por radio y televisión su perfil psicológico y su fotografía: “Hombre peligroso escapó de prisión”, vociferan los conductores de noticias. La gente habla, la gente juzga: “¡Mátenlo, mátenlo!”, “¡Monstruos como él no deben existir!”.

Mientras, en algún lugar despoblado, un muchacho de apenas 25 años corre desaforado. Intenta huir de su propio destino, pero no hay manera. “Jimmy, detente, no corras, no tiene caso”. Pero Jimmy no escucha y hace un último intento. Corre sin disminuir el ritmo, sabe que es su última oportunidad…Corre, corre, corre… (Juan Carlos Aguilar García)