Trece
costillas rotas, varias fracturas, lesiones en distintas partes del cuerpo y un
infarto es el saldo, apenas el menos doloroso, que le dejó a Enrique Metinides
su carrera de más de 50 años como fotógrafo policíaco.
El
otro, el saldo más desagradable y que aún le punza en la cabeza como un piquete
de avispa, es que vivió para el fotoperiodismo y se olvidó de sí mismo y de su
familia.
“Nunca pude estar con ellos. Todos los días trabajé día y noche, sin descanso”, dice Metinides ahora que han pasado casi dos décadas desde que tomó la última imagen para La Prensa, el periódico donde desarrolló prácticamente toda su labor como fotógrafo.
“Nunca pude estar con ellos. Todos los días trabajé día y noche, sin descanso”, dice Metinides ahora que han pasado casi dos décadas desde que tomó la última imagen para La Prensa, el periódico donde desarrolló prácticamente toda su labor como fotógrafo.
“Raramente
dormí una noche entera”, insiste Metinides, quien además de acostumbrar irse a
la cama vestido (por aquello de ganar tiempo por si ocurría una emergencia)
solía rastrear todas las noches los percances de la ciudad de México con su
radio de la policía.
Tampoco
era extraño que luego de un doble turno, y a punto de conciliar el sueño,
llegara una ambulancia a su casa -enviada por su propio periódico- para que
fuera a cubrir una tragedia al otro lado de la ciudad.
Y
ahí estaba de nuevo Metinides, en medio de la acción, sin un atisbo de
cansancio, listo para afrontar cualquier situación de peligro. Metinides el
imparable, el que siempre estaba en el lugar de los hechos antes que todos.
El drama bajo la lente del fotógrafo de la muerte... |
Con la adrenalina a tope y con el deseo de obtener la mejor imagen, a veces le resultaba difícil medir riesgos: dos veces estuvo a punto de morir –quemado y atrapado en el derrumbe de un edificio- pero se salvó de puritito milagro.
Un
Metinides resignado que acepta su propio destino, afirma: “Podría seguir
indefinidamente, sin un día de descanso. Algo ocurrirá, recibiré una llamada, a
cualquier hora del día o de la noche, y contestaré, me vestiré y partiré. Nunca
pude planificar unas vacaciones, ni un fin de semana fuera. Ni dedicar tiempo a
mi familia. Trabajar para La Prensa no era una tarea que pudieras dejar a las
seis de la tarde e irte a casa a cenar”.
ESTÉTICA DE LA MUERTE
Metinides
vive en el retiro, pero sigue sin descansar. Ya fuera del diarismo se ha
dedicado a ordenar su archivo fotográfico, a colocarle su firma, y a vigilar el
positivado de su trabajo, es decir, el proceso en el cual se traslada la imagen
del negativo al papel fotográfico.
Y
es que desde el 2000, cuando se publicó El teatro de los hechos -el primer
libro que reunió su trabajo- su obra fotográfica sufrió una transfiguración: de
ser simples fotografías de prensa de acontecimientos trágicos, se convirtieron
en instantáneas poderosas, en las cuales no pocos especialistas de la imagen en
todo el mundo hallaron rasgos artísticos.
Desde
entonces, las fotografías de Metinides se instalaron en las galerías de arte
más importantes de todo el mundo y únicamente aparecen en las páginas de los
periódicos para ilustrar una nota sobre una nueva exposición o un reconocimiento.
Siempre presente en las peores tragedias. |
Ni
que decir de los libros. Recientemente se publicó uno más: 101 tragedias de
Enrique Metinides (Blume), donde el propio autor seleccionó las que considera
son sus mejores 101 fotografías.
Sobre
la nueva percepción que hay sobre su trabajo, la especialista Trisha Ziff,
responsable de la edición de este nuevo volumen, explica: “Las imágenes de
Metinides forman ahora parte de un mundo nuevo, han pasado de ser dominio de la
nota roja a las salas de las galerías de arte”.
Y
más adelante: “Contemplamos sus fotografías y pensamos que hay
bastante tristeza, tragedia y mala suerte como para agotar las energías y la
curiosidad de cualquiera; suficiente para anhelar escapar del caos y la pena y
no hacer ninguna fotografía más. Pero Metinides se ha mantenido ahí, en el
epicentro. Y en lugar de querer olvidar, le apasiona recordar todos los
detalles”.
"Ni te imaginas todos los muertos que vi", dice El Niño. |
DRAMAS HUMANOS
También recientemente, Metinides recibió un homenaje en el mítico salón de baile “Los Ángeles”, en la ciudad de México, por parte de la agencia Cuartoscuro, dirigida por el reconocido fotoperiodista Pedro Valtierra.
También recientemente, Metinides recibió un homenaje en el mítico salón de baile “Los Ángeles”, en la ciudad de México, por parte de la agencia Cuartoscuro, dirigida por el reconocido fotoperiodista Pedro Valtierra.
Ahí,
en ese ambiente nocturno, al que tanto está acostumbrado el “fotógrafo de la
muerte”, recibió el reconocimiento “Cámara de Plata” por su trayectoria de más
de medio siglo.
Se
le veía contento, tranquilo consigo mismo y aún sin dar crédito a todas las
cosas sorprendentes que vivió durante su carrera:
“Qué
suerte mano, imagínate, ¡yo era un niño cuando el ‘Indio’ Velázquez me llevó a
trabajar a La Prensa!”…
“Ni
te imaginas todos los muertos que vi. Si los juntara, formaría montañas de
cadáveres”…
“Una
vez, te lo juro, presentí que se caería una avioneta y a los pocos minutos que
se cae. Me llevé la exclusiva”…
“¿Y
qué crees? Un día, gracias a mi fotografía, dieron con el asesino. No, mano,
era fabuloso todo eso”…
Para
Metinides la fotografía fue sólo un medio para conocer lo que verdaderamente le
interesaba: las historias de vida de quienes aparecían en sus imágenes.
Y
ahí, rodeado por decenas de personas que admiran su trabajo, “El niño”
Metinides no se aburre de recordar cada una de sus historias. También para eso
es incansable. (Juan Carlos Aguilar García)
1 comentario:
Como siempre, un gusto leerte, Juan.
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