Sucede que, siguiendo la recomendación de un amigo, el pasado jueves acudí a un exótico restaurante que tiene la peculiaridad de preparar a cada comensal el platillo que le va mejor. Algo así como un guiso personalizado según la profesión del cliente, sus gustos literarios y sus principales filias.
En este restaurante, que lleva por nombre "Ke tra-gón" y que tiene el logo de un dragón regordete lanzando fuego, el cliente no pide, sino que espera a que el chef haga su aparición y analice minuciosamente el rostro del hambriento. No dice nada, simplemente observa. Se inclina un poco hasta lograr verlo de frente y luego, tomándolo de la barbilla, gira su cabeza de un lado a otro. Luego se va...
Después de decirle cuál era mi profesión, mis autores y libros favoritos, y de revelarle cuáles eran mis principales filias, el chef hizo lo propio: inspeccionó mi rostro con sus ojos saltones, cada rasgo, cada cicatriz... luego se largó con una cara de sorpresa.
Pues qué diablos vio en mi libros favoritos o filias. Peor aún: qué vio en mi rostro.
No sé por qué, pero me precupé un poco. Luego me tranquilecé al reflexionar que no podía haber nada de malo (o por lo menos nada grave) con H.P. Lovecraft, Richard Laymon (uno de los autores más sabrosos de la llamada literatura sangrienta), Robert Silverberg, Robert Bloch, mezclados todos con una buena dosis de cine bélico y una pizca de documentales sobre las peores tragedias radioactivas.
¡Aquí el extraño aunque delicioso resultado!:
Una vista de la preparación...
...y la presentación final, servido con tripas y sesitos marinados. Preferible comerlo bien caliente... Si se enfría mucho, el niño puede despertar y nadie quiere batallar con las piernitas y sus respectivas pataditas rompe hociquitos, ¿verdad?
2 comentarios:
Lo que yo creo es que hay que mejorar las presentación del chamaco encaldado... se puso muy morado y no se ve tan fresquesito como a uno le gustaría.
Yo también fui al lugar ese que mencionas del dragón gordito y la verdad es que no me pude quejar de lo que me sirvieron... en fin, ¿no sabes si la segunda vez cambia el platillo? ya sabes, uno nunca se baña dos veces en el mismo río.
Jajaja que onda contigo Juanita?
Si serás psycho!!
Un abrazo
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