Sandra, han pasado más de
25 días desde tu terrible asesinato y muchas preguntas siguen sin respuesta. Las
autoridades policiacas aún dan palos de ciego y no saben mucho más de lo que se
sabía casi desde el principio: que viajaste ilusionada al Distrito Federal
desde Ixtapaluca, Estado de México, con la idea de conseguir, por fin, un buen
empleo, y que todo resultó ser un vil engaño.
Nada de ese atractivo
trabajo como edecán que te prometieron. Ni buen sueldo ni viajes ni nada. Todo
fue una trampa, de la cual te diste cuenta demasiado tarde, cuando estabas en
aquel departamento con ese desconocido. Ni una seña del “amigo” amable y
simpático que te escribía en Facebook. Ahora todo eran gritos y manotazos.
Luego vinieron los golpes, muchos golpes. Pobre de ti.
En esas circunstancias, y sin
que nadie supiera de tu paradero, te debiste de haber sentido el ser más solo
del mundo. Eras tú y tus deseos de vivir contra la furia de aquel muchacho. Tú
sola luchando contra toda esa violencia social representada en ese chico. Nada
que hacer.
HALLAZGO FATAL
Casi un mes después del
crimen, las evidencias de tu paso por la Ciudad de México siguen siendo sólo dos:
una videograbación del Metro, donde quedó registrado tu encuentro con un hombre
en la estación Tlatelolco, el pasado jueves 27 de junio. Se trata, ni más ni
menos, que de la última imagen tuya con vida.
La otra prueba es tristemente
irrefutable, dolorosa por lo evidente. El domingo 30 de junio fueron halladas dos
bolsas negras con partes de tu cuerpo cercenado. Una de ellas contiene tu
pierna derecha y parte de tu pelvis; la otra, el tronco y la cabeza. La primera
bolsa fue encontrada por un vecino en el acceso A del edificio “Juan Álvarez”
en la Unidad Habitacional Tlatelolco. Horas después, a no más de 300 metros, se
descubrió la segunda.
Ese fue el fin de tu
historia, pero ya dos días antes -cuando llevabas un día desaparecida- había
comenzado otra: el rechinar de dientes de tus padres, que hubieran dado todo
con tal de que regresaras a casa con bien. Se encomendaron a todos los santos y
desearon que todo fuera una pesadilla, horrible, sí, pero al fin y al cabo una
pesadilla de la que pudieran despertar.
Pero es imposible luchar
contra las pesadillas cuando se está despierto. Mientras repartían hojas con tu
retrato, a tus padres les llegó la peor noticia de su vida: encontraron los
restos de una jovencita con tus características físicas: cuerpo delgado y de
piel morena clara.
¿Es posible? ¿Tal vez se
trate de alguien más? “A veces se comenten errores”, anhelan con su pensamiento
tus padres. Esta vez no. Ahí estabas tú. Nadie más. Sólo tú. Las pruebas de ADN
no entienden de súplicas.
GENIO Y FIGURA
Pero, ¿y quién es el
muchacho con el que te viste en el Metro Tlatelolco? Hasta ahora se sabe muy
poco. Nombre: Javier Méndez Ovalle. Edad: 19 años. Ocupación: Estudiante. Y no
cualquier estudiante: en 2011 obtuvo la medalla de oro en la XXII Olimpiada
Nacional de Física, y en 2012 ganó un bronce en la Olimpiada Internacional de
Física en Estonia.
Apenas en septiembre del
año pasado fue felicitado públicamente por José Ángel Córdoba Villalobos, en
ese entonces Secretario de Educación Pública, por sus logros académicos.
Ahora, este notable
estudiante del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos 9 (CECYT) del
Instituto Politécnico Nacional es el principal sospechoso de tu asesinato. Luego
de llevarte a su departamento de Tlatelolco, abandonó repentinamente su hogar.
No hubo ninguna pista de él… hasta el jueves 4 de julio, cuando un par de
agentes lo encontraron en Otumba, Estado de México.
Tras una intensa
persecución, logró escabullirse y perderse entre la gente. Esa fue la última
vez que lo vieron. Desde entonces ha apostado por el fenómeno físico de la
invisibilidad.
Sus padres no dan crédito
a todo lo que está sucediendo. No entienden. Su hijo nunca mostró ningún
comportamiento extraño, mucho menos violento. Siempre fue un gran estudiante y
deportista: toda su vida practicó el Taekwondo y el futbol americano. Era de carácter
reservado y disfrutaba mucho de estar en casa. Según declaraciones anónimas de
algunos de sus conocidos “arrancarle un saludo era más que complicado”.
En caso de ser culpable,
¿por qué lo hizo? ¿Qué lo llevó a cometer tal atrocidad?
En caso de ser culpable,
ahora huye despavorido y con justa razón: una vez capturado, sabe que todo
habrá terminado para él.
En caso de ser culpable…
TRAS SU HUELLA
Por lo pronto, los agentes
siguen atrapados en un laberinto de cabos sueltos y falta de pruebas. Dicen que
posiblemente Javier haya huido a Rumania, donde tiene familiares.
Hasta ahora las pesquisas
no apuntan a nadie más. Veamos: él fue el último en verte con vida, Sandra. Te
llevó a su departamento y tres días después apareciste desmembrada. Luego huyó
y se borró del mundo. Las autoridades ya analizan su departamento para despejar
cualquier duda sobre si estuviste o no ahí tus últimos días.
Pero acaso la prueba más
contundente de su culpabilidad sea el rostro arañado que, según algunos
testigos, le vieron a Javier. En caso de ser culpable, fueron tus uñas las que
lucharon por tu vida. Tus uñas, tus manos, tus brazos…los mismos que aún no se
encuentran por ningún lado.
Y pensar que sólo eras una
chica incauta de 19 años que deseaba trabajar…
¿Dónde estás, Javier Ovalle?
2 comentarios:
Me gustó la historia, no la tragedia, más bien como envuelves al lector que no deja de leer hasta que termina el texto...
Tan estúpida crónica.
Esa mujer merecía la muerte, castigo ejemplar por la burla.
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