21 julio 2008

Que todo regrese a la normalidad. Eso es lo que más deseo ahora. Que todo sea, si se quiere, monótono, gris, lento y rutinario, pero que contenga esa tranquilidad que tanto me hace falta. No más arrobos ni anhelos, no más sueños ni planes, sólo un poco de silencio...
¿Qué pasó por tu cabeza? ¿Acaso no aprendiste la lección? ¿Por qué de nuevo este tropiezo? Ahora sólo mantente callado y no hagas más tonterías. Sería bueno que en lugar de 8 o 10 horas, trabajaras 16, 18. Trabaja, trabaja y olvidate de todo. Cuando menos lo esperes, todo habrá pasado.
La lluvía volverá a caer sobre tu cabeza y tú volverás a ser el mismo. El mismo hombre amargado y desdichado de siempre que no quiere saber nada de los demás. Nada de amigos ni familiares... Así sea.

1 comentario:

Jesús Serrano Aldape dijo...

Chale, no te claves tanto, esos ches problemas se resuelven, pero volverte aún más indiferente no es la solución. Ahora, una pequeña mancha en el expediente todos la tienen, (sí, sé que no tuviste la culpa ca), y lo que va a pasar es que te convertirás en un elemento eficiente, pero nadie de quien fiarse, por lo que tu futuro en esa chamba estará sellado. Quizá comenzar a buscar en otro lado te sirva, que sin agarrar ondas tan introspectivas, necesitas de la gente, y la gente te necesitamos. Pero hay que abandonar esa actitud de paria voluntario, nada bueno traerá.
Saludos, y no hay de otra, échale ganas.