Todos los días, desde que tiene memoria, y hasta ahora, que ha cumplido ocho años, el niño ha permanecido recluido en el mismo lugar: un pequeño cuarto de dos metros cuadrados en el sótano de la casa. Siempre encerrado…y solo. No comprendía eso, como tampoco el hecho de que su mami llorara cada vez que lo observaba, ni que su papi le pegara con tanta rabia en todo su cuerpo mientras le decía que era un pequeño monstruo, un castigo de Dios.
El niño con aquel cerebro deforme, con esa enorme lengua babeante siempre de fuera, con esos enormes ojos sin párpados, como de reptil, que escudriñaban cada objeto que pasaba frente a sus ojos, no entendía nada.
Y no le preocupaba realmente, pues su único anhelo en la vida era pararse junto a la pequeña ventana para poder ver el mundo exterior. Era apenas una pequeña apertura que le ofrecía una visión parcial, fragmentada, pero que era suficiente para imaginar cómo eran las cosas allá afuera. Él nunca había salido porque sus papis se lo tenían absolutamente prohibido. Asustaras a todos, ¿en verdad no lo entiendes? Pero papi, yo soy bueno y quiero jugar con los demás niños. Cállate, maldito monstruo, ojalá te mueras pronto.
Luego venían los brutales golpes durante muchos minutos. Y él gritaba y lloraba, pero a su padre no le importaba; cada vez le pegaba más fuerte hasta que lo dejaba sangrando por todos lados.
ENGENDRO MALDITO
…mi papi no me quiere, tampoco mi mami… a diario me dicen que hubiera sido mejor que no naciera, pues así no sería una carga para ellos… una vez mi mami me dijo que le daba asco, repulsión (¿qué significa la palabra repulsión?) y que deseaba matarme, pero que no tenía el valor… yo lloré mucho y quise abrazarla porque la quiero, pero se alejó de mi muy espantada y se puso a llorar...luego vino mi papi y se enojó mucho y empezó a pegarme con un palo…como siempre…
El niño-monstruo nació prematuro, a los cinco meses y medio, lo que provocó que varias partes de su cuerpo no se formaran correctamente. Sus piernas, extremadamente débiles, lo mantenían en pie de puro milagro, mientras que sus brazos eran tan delgados que cualquier esfuerzo hubiera derivado en una grave fractura. Tampoco se alcanzaron a formar sus párpados, lo que combinado con sus prominentes pómulos y sus gruesos labios, le daban la terrible apariencia de un renacuajo adulto.
Su modo de caminar era especialmente extraño. Todo su esqueleto se balanceaba de un lado para otro y parecía que en cualquier paso perdería finalmente el equilibrio. Esta imagen reforzaba la idea de que su cuerpo contrahecho estaba incompleto, como si le faltaran algunos huesos. No le faltaba nada, sin embargo esa era la impresión que daba.
Pero eso no era todo. Su lengua siempre afuera, con su labio inferior colgado, sin voluntad, provocaba una pronunciación arrastrada: un elemento más que completaba el cuadro de horror de su figura.
Todo él era un ser extraviado, grotesco, horripilante, horroroso, horrendo. Un ser falto de sonrisa, que es lo único que nos diferencia de los animales; un no humano… un monstruo.
PLAN MACABRO
…mi papi me dice que yo soy el culpable de todas sus desgracias, que soy una carga para él… dice que en un principio fui un niño muy esperado, pero que me deseaban bonito, con ojos azules y cabello dorado, con un cuerpo fuerte, proporcionado, sonriente y que en cambio yo era lo peor que le pudo haber pasado…
…lo interrumpí para pedirle perdón y para decirle que lo amaba mucho porque me había regalado la vida…pero me dijo que me callara y luego repitió palabras que nunca olvidaré: te odio una y mil veces y nunca dejaré de odiarte, ojalá te acabes de pudrir en el infierno de donde nunca debiste haber salido maldito engendro…
Alguna vez sus padres pensaron en regalarlo a un circo de fenómenos. Pero, cosa insólita, ninguno lo quiso porque espantaba a los otros freaks. Freak dejando con la piel enchinada a otros fenomenos, una locura. Así que no quedaba otra opción que matarlo a golpes y luego quemarlo.
Eso era algo seguro, o es que acaso ¿alguien reclamaría la presencia de este pequeño monstruo?
Hubiera sido muy fácil asesinarlo, de no ser porque sus padres lo subestimaron demasiado. Por su apariencia física, se les olvidaba que era un niño intelectualmente sano que no sólo comprendía cada palabra que escuchaba, sino que era capaz de desarrollar, como cualquier otra persona, sentimientos de odio.
APRENDIZAJE MORTAL
Luego de ser el único sentimiento que sus padres le ofrecieron en su corta vida, el niño lo asimiló perfectamente: aprendió a odiar. Odio su fealdad, su falta de párpados, tener ese deforme cuerpo en carne viva; odio su encierro, los golpes, odio a sus padres…
Después del odio, vino el fuerte deseo de convertirlos en alguien como él, tal vez así lograría un poco de cariño. Cuando papi y mami fueran la próxima vez para pegarle, los masacraría a palos y luego casi quirúrgicamente les quitaría la piel y los párpados y los convertiría en dos horrendos engendros como él. Les daría la más sincera bienvenida a su infierno.
Esto que les cuento ocurrió hace un par de años. Ahora sus padres están recluidos en el sótano y pasan los días sentados frente a la pequeña apertura desde donde se puede ver el exterior. Papi y mami no tienen párpados ni piel: ahora lucen los músculos rojos y sangrantes.
Todos los días, cuando empieza a morir la tarde, el niño se levanta, va por el palo y comienza a descargar su ira contra ellos. Lo hace con una fuerza que nadie pensó que tenía. Y mientras, papi y mami se retuercen de dolor, gritan, gimen. La imagen de sus rostros ahora es solo una: la boca abierta en pleno grito y esos ojos sin párpados, desorbitados, que suplican un poco de piedad.
(Juan Carlos Aguilar García)
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