07 noviembre 2012

¡Kinyua, un caníbal moderno!



Ni la mente más trastornada hubiera imaginado fácilmente la escena que protagonizó Alexander Kinyua hace apenas unos días en Maryland, Estados Unidos. Ahora mismo que ya han ocurrido los hechos y que han sido aceptados por el victimario, muchos no conciben lo sucedido.

Aceptarlo significaría dejar de creer en el ser humano y reconocer tristemente que somos simples bestias que actúan instintivamente. Nadie quiere eso, por supuesto.

El punto es que los hechos hablan por sí mismos. Kinyua, un joven de 21 años, estudiante de Ingeniería Eléctrica en la Universidad Estatal Morgan, en Baltimore, hizo una de las cosas más aberrantes sin siquiera inmutarse demasiado. Pero, ¿qué salvajada cometió?

BOCADOS HUMANOS

Kinyua asesinó a Kujoe Bonsajo Agyei-Kodie, su compañero de habitación, y luego descuartizó su cuerpo con un cuchillo. Una vez hecho esto, comió su corazón y parte de su cerebro. 

Desde el 25 de mayo pasado, Kodie, de 37 años, formó parte de las listas de personas desaparecidas. La última vez que se le vio con vida, fue cuando salió de su departamento para hacer ejercicio por el vecindario.

Parecía que este sería otro de esos misteriosos casos que quedan sin resolver, hasta que el padre del propio Kinyua habló a la policía para informar que su otro hijo, Jarrod, había descubierto en el sótano de la casa donde vivían víctima y victimario, dos latas cubiertas con una manta en la que se encontraban una cabeza y dos manos humanas.    

Jarrod enfrentó a Kinyua, pero éste negó en todo momento que los restos fueran humanos. Dijo que eran partes de  un animal.

Así dejaron las cosas un momento, hasta que padre e hijo decidieron bajar por segunda vez al sótano. La sorpresa fue enorme cuando encontraron a Kinyua limpiando las latas, ahora vacías, con lo cual aceptaba su culpabilidad.    

Los detectives, finalmente, hallaron la cabeza y las manos en otro lugar de la casa y el homicida no tuvo más opción que aceptar su culpabilidad, ante el sheriff del condado de Hartford, Jesse Bane, quien lo acusó de los cargos de asesinato en primer grado.       

El resto del cadáver fue encontrado en el interior de un contenedor de basura, ubicado en el estacionamiento de una iglesia baptista.  

SOCIEDAD CANÍBAL

La población estadounidense todavía no se recuperaba de la terrible noticia que informaba sobre el caso de Rudy Eugene –un hombre de 31 años que se comió el rostro de otra persona cerca de una transitada carretera en Miami, quien por cierto no se detuvo hasta que un policía lo mató de un disparo– cuando los periódicos informaban el 31 de mayo de este otro terrible acontecimiento.

La noticia causó tal revuelo que las autoridades pidieron a la sociedad –sobre todo a los jóvenes universitarios– que mantuvieran la calma.  

“¡Está loco!, ¡está loco!”, comenzaron a alertar algunos sectores de la sociedad, en un intento por tratar de limpiar sus culpas. Pero, ¿Kinyua es un psicópata asesino? ¿Sufre un transtorno mental? Nada de eso.

Los primeros análisis médicos revelaron que el asesino no sufre de alteraciones mentales, pese a que actuó con mucha violencia sobre su víctima. Días antes, Kinyua golpeó severamente a otro de sus compañeros, pero quedó con vida…

¿Qué hacer con este tipo de personas? ¿También son producto de nuestra sociedad enferma? ¿Por qué devoró el corazón y el cerebro? ¿Fue una especie de apropiación? ¿Kodie vive ahora dentro de él? 

Son respuestas que sólo Kinyua podría responder, sólo que después de su declaración no ha vuelto a abrir su boca. Ahí no entra ni una mosca.

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