22 octubre 2012

¡Guerra Zeta!


Diego Enrique Osorno es un periodista temerario. En su afán por narrar la terrible violencia que ha marcado con sangre al último sexenio, decidió descender a lo más oscuro del hombre para observar con sus propios ojos lo que ya sabía. No hubo sorpresas, desde luego, pero sí mucha tristeza y amargura.      

Una amargura de la cual sólo pudo librarse escribiendo frenéticamente todas las noches. Aunque suene a lugar común, fue la única manera que encontró para obtener un poco de paz.

Y no era para menos. Durante los últimos diez años, Osorno ha seguido de cerca el crecimiento de una de las bandas criminales más sanguinarias del país: Los Zetas. El resultado es el libro de crónicas La guerra de los Zetas. Viaje por la frontera de la necropolítica (Grijalbo), en el que Osorno reúne 14 relatos, producto de sus viajes por Tamaulipas y Nuevo León.

Lo que encontró fue desolador: cientos de crímenes cometidos con terrible saña, desapariciones forzadas y pueblos enteros desplazados. Y lo peor: un tejido social resquebrajado, unido apenas por hilos de rencor y un deseo irreprimible de venganza, que es el caldo de cultivo para que esta guerra continúe. 

¿Qué busca Osorno? ¿Qué quiere? El escritor Juan Villoro responde en el prólogo: “…no es el tremendismo lo que guía su prosa, sino el deseo de entender con empatía el destino de las víctimas”.

Y en esa búsqueda se hace presente el acierto más claro del libro: dar forma a toda esta violencia que hasta ahora sólo conocemos de manera fragmentada por la prensa y los noticiarios televisivos.

Las crónicas de Osorno unen y dan forma a toda esta vorágine violenta y, en consecuencia, nos permiten dimensionar el problema. “Es un caleidoscopio –apunta de nuevo Villoro– cuya unidad depende de la fuerza articuladora de la reflexión: de manera asombrosa, la disolución del país puede tener explicaciones de conjunto”.

TRAGEDIA HUMANITARIA

Pero dejemos que sea el propio Osorno quien reflexione sobre el temible cártel y la violencia que ha generado. Sobre lo que vio en la frontera, especialmente en Tamaulipas, dice en entrevista:   

“Las libertades civiles están rotas. La libertad de prensa, la libertad de tránsito, la libertad para salir a un lugar o no. Porque el planteamiento que se ha hecho es muy engañoso, se nos ha dicho: ‘O un estado narco o un estado militar’. Esa es la opción que se nos plantea.

“Obviamente tanto una como otra opción, va contra lo que los ciudadanos hemos anhelado tanto tiempo: el fortalecimiento de las instituciones civiles; esa es, digamos, la parte más amable de la tragedia humanitaria que se vive ahí.

“La parte más dramática es la existencia de muchas fosas donde están enterradas personas que no sabemos qué participación tuvieron o no en este conflicto. La tragedia humanitaria tiene que ver con el número de desapariciones forzadas que conservadoramente se estima en veinte mil por parte de organismos internacionales. La tragedia humanitaria tiene que ver con el desplazamiento de pueblos enteros a causa de esta violencia”.

Desgraciadamente, dice, la gente ha comenzado a acostumbrarse a vivir codo a codo con la violencia. 

“Hace un año nos enteramos que fueron encontradas cinco fosas clandestinas en el municipio de San Fernando, en Tamaulipas, y que había alrededor de 300 personas enterradas, y uno pensaría que pasaría algo, ¡pero no pasó nada! Después vino la tragedia del casino Royal y tampoco ocurrió nada”, afirma un Osorno incrédulo.

Luego reflexiona: “Lo peor del horror es que se normalice. Yo creo que la especie humana tiene futuro todavía en esos pueblos y ciudades, por eso escribí el libro. Creo que todavía vale la pena vivir, creo que todavía vale luchar contra la necropolítica, cuestionarla, denunciarla. No podemos resignarnos a vivir en una sociedad donde puedan aparecer 49 torsos humanos a la orilla de la carretera como si nada ocurriera. No, no podemos”.    

FALSA GUERRA

Para el también autor de País de muertos es muy claro que esta supuesta guerra contra el narco es incitada  por la misma clase política por los beneficios políticos y económicos que esto trae.

Una farsa que según distintas organizaciones ha costado cerca de 70 mil muertos, aunque algunos enterados, como el empresario Mauricio Fernández Garza, presidente municipal de San Pedro García Garza, Nuevo León, ha calculado 250 mil, esto debido a las decenas de masacres que no se han dado a conocer a la opinión pública.       

“En una situación como en la que estamos, la violencia extrema no es desgraciadamente particularidad de uno u otro bando, está ya desbordada, porque tuvimos un presidente que irresponsablemente usó el tema del narcotráfico para resolver su crisis política, y permitió que se levantara toda una industria de guerra a la que no le interesa en lo más mínimo resolver el 
tema del narcotráfico.

“Lo que le interesa es mantener su maquinaria aceitada, funcionando, para que quienes la controlan sigan teniendo una importancia en el poder político y para que algunos también se beneficien económicamente.

“A ellos no les importa que los Zetas desaparezcan ni nada; les importa mantener este planteamiento de que la violencia se resuelve con violencia. Esta dinámica hace que todos los grupos involucrados, e incluso los ciudadanos de a pie, se vuelvan muy violentos”, finaliza Osorno. (Juan Carlos Aguilar García)

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