Resulta que "X" vivía sus días relativamente tranquilo. No completamente tranquilo, pero sí lo suficiente como para pasarla sin demasiadas preocupaciones ni problemas existenciales. De hecho “X” nunca ha sido tan clavado para esas cosas.
Sabe de historias de personas que viven en eternos dilemas sobre la vida, la profesión, el futuro, el amor... Sin embargo a él no le afecta nada esto. Le duele reconocerlo, pero luego de pensarlo bien se reconoce como una persona superficial.
Lo único que le preocupa por ahora es conseguir dinero lo más pronto posible. Ya ven, esto de la crisis ha puesto a todos con los nervios de punta.
Pues bien, resulta que "X" se hacía acompañar de "Y", a quien sí le vale un cacahuate el dinero. Es completamente feliz si tiene los billetes suficientes para ponerle crédito a su celular y para adquirir su ron Solera. Lo demás lo tiene sin cuidado, pero bueno, me estoy desviando.
Resulta que "X" y "Y" se habían reunido en la Hojita de lata para echar traguito. Luego de una hora, habían tomado un par de cervezas, tres tequilas directos y un mezcalito, cuando de repente "Y" quedó con los ojos de plato y la quijada en el suelo.
¿Tan rápido se había emborrachado? ¿Él, que forma parte del dream team de los borrachales? Eso no era posible. Sin embargo resulta que sí, estaba totalmente embriagado, pero no por el alcohol, sino por la belleza de una chica (que llamaremos "Z") que había entrado al lugar donde se encontraban (muy de medio pelo, por cierto).
“Y” no se aguantó y soltó a grito pelado: “¡¡Mamacita de mi vida!!"...
"X" dio el último trago a su mezcal y volteó con cierta incredulidad. Sobre todo conociendo los gustos de “Y”.
No obstante, un segundo después "X" también estaba completamente embriagado. Su belleza era inaudita. ¿Cómo era posible tanta perfección en una sola persona? ¿Era real o sólo un sueño?
Se negaban a creerlo, sin embargo la prueba ahí estaba palpable, a menos de dos metros de distancia. Todo era armonía en ella. Pero, ¿de dónde había salido? ¿Qué hacía en un lugar como estos?
Nada importa ahora. Han pasado dos semanas de aquel deslumbramiento y "X" y "Y" aún no recuperan la cordura.
"X" no ha vuelto a vivir con la tranquilidad de antes. Día y noche observa su bello rostro.
En cuanto a "Y", no ha tenido otro tema de plática. Se la pasa describiendo cada centímetro de aquella misteriosa mujer y recreando el momento en el que entró aquella tarde.
De "Z" no han sabido más nada. Lo único que saben es que no tendría más de 23 años, que es extranjera (su acento la delató) y que estudia periodismo (traía consigo el manual de Carlos Marín y Raymundo Riva Palacio [guac!])
Por supuesto que han regresado a la Hojita de lata y han preguntado a los meseros si recuerdan a aquella mujer. La respuesta ha sido siempre "no". Todos aseguran que nunca la vieron rondando por ahí, y que de haber sido así, lo recordarían muy bien.
“X” y “Y” comienzan a dudar si aquella mujer existió o fue sólo producto de la combinación mortal del mezcal y el tequila. A saber. Por lo pronto ambos siguen visitando la misma cantina y no piden otra cosa que no sea mezcal y tequila. Con un poco de suerte y tal vez se les aparezca de nuevo...
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